Una reseña sobre: "La evaluación formativa"

Hablar de la evaluación en los procesos de enseñanza-aprendizaje supone tener en cuenta diferentes elementos y momentos para que ello ocurra. Este viaje debe estar preparado y planificado desde el inicio por parte de los docentes teniendo en cuenta qué objetivos perseguimos y qué criterios nos servirán como referencia para conseguir nuestra meta. Para tal fin, la evaluación formativa se considera como uno de los procesos con mayor impacto en el aprendizaje de nuestro alumnado (Hattie, 2017) y que supone reflexionar sobre el qué enseñamos, para qué enseñamos y cómo lo enseñamos. 

La lectura de “La evaluación formativa: estrategias eficaces para regular el aprendizaje” de Mariana Morales y Juan Fernández (SM, 2022) realiza un recorrido cercano, práctico y riguroso sobre este proceso de evaluación. Se aportan varias referencias, casos prácticos e ideas de cómo llevarlo a cabo a lo largo de tres bloques subdivididos a su vez en capítulos que desarrollan cada uno de los propósitos.

La obra comienza con un prólogo realizado por Neus Sanmartí quien reflexiona sobre la cultura de la evaluación como aspecto clave  y sobre cómo la nota se ha instaurado como el “objetivo” de aprendizaje. Para ello, apoya la finalidad del libro como oportunidad para “repensar la visión de la evaluación dominante”. En consecuencia, se basa en cuatro aspectos clave como la motivación hacia los estudiantes, dar importancia a la retroalimentación a lo largo del proceso de evaluación, la modelización del docente y cómo hacer llegar este proceso a las familias.

El primer bloque, “¿Para qué evaluar?” Se centra en distinguir qué entendemos por evaluación formativa y sumativa, aspectos clave para centrar el objetivo del libro y aclarar el carácter de seguimiento hacia la mejora a través de la recogida de evidencias, compartir retroalimentación con el alumnado para tomar decisiones al respecto. Con ello, se destaca que la evaluación formativa persigue mejores aprendizajes, teniendo en cuenta los objetivos de aprendizaje compartidos previamente. En esta primera sección, también se comparte las experiencias de los autores sobre lo aprendido en evaluación en los últimos años, aportando algunas estrategias como la introducción de herramientas variadas, ofrecer información cualitativa a las familias…etc.

El segundo bloque, “La evaluación formativa como promotora de crecimiento” aborda el tercer, cuarto y quinto capítulos. El tercero se centra en el propósito de la evaluación formativa como aspecto fundamental en el desarrollo de este proceso. A continuación, nos ofrece unas claves para ello: cómo evaluaremos el proceso, qué herramientas usaremos con las recoger información para, finalmente, tomar decisiones. Me ha parecido muy interesante dejar claro en este capítulo la posibilidad de caer en el error de usar diversos instrumentos con una finalidad sumativa, es decir, para calificar en lugar de regular u orientar los aprendizajes de nuestro alumnado. 

El cuarto capítulo, “Menos notas y más feedback” trata sobre la retroalimentación, sus tipos, claves para aplicar eficazmente y las evidencias que la investigación arroja al respecto. De nuevo, se vuelve a insistir en el aspecto regulador de la evaluación formativa desde los resultados obtenidos para tomar decisiones al respecto. Me parece interesante resaltar las variadas referencias sobre ello, enfatizando el hecho de que acompañar las notas con un comentario no es eficaz. Por el contrario, “mejorarían de manera sustancial los resultados poniendo únicamente comentarios” (p. 48).

Respecto al quinto capítulo, “¿Qué debemos considerar cuando nos planteamos un proceso de cambio profundo en la evaluación”? está basado en el contexto o situación en donde se lleva a cabo la evaluación, es decir, la cultura del centro educativo. Los autores atribuyen a la evaluación un aspecto clave en el desarrollo del contexto escolar por lo que es necesario precisar qué se entiende por evaluación, cuáles son sus referentes normativos y de qué forma puede desplegarse entre los miembros de la comunidad educativa. Considero de gran utilidad los puntos que ofrecen los autores para ayudar a una transición de las prácticas educativas en evaluación, acompañados de ejemplos e ideas que pueden ser inspiradores y como propuesta desde la Dirección de un centro.

El tercer y último bloque del libro, “Una brújula para aprender” recoge el sexto, séptimo y octavo capítulos. En el caso del sexto capítulo traslada la importancia de compartir los objetivos de aprendizaje con claridad con nuestro alumnado para que los tomen como lugares a término, como metas a donde llegar. En definitiva, estar preparados para el viaje y recordarles periódicamente cuáles son y que los vean reflejados en las actividades que, como docentes, les propondríamos. 

Destaco los diferentes ejemplos e ideas que los autores comparten en este capítulo, por ejemplo, varias formas de mostrar modelos previos con los que los estudiantes puedan tomar como referencia el trabajo que han de desarrollar. Además de lo anterior, me ha gustado mucho que se haga mención tanto a las técnicas de evocación (Jones, 2019) como recurso para activar los conocimientos previos o integrarlos a lo largo de la secuencia didáctica: estupendos ejemplos con fantásticas dinámicas muy sencillas de llevar al aula y que ya había incorporado en mis clases. Este sexto capítulo concluye con una referencia a la evaluación diagnóstica, en qué momento llevarla a cabo y la causa de ello. Como ocurre a lo largo de todo el libro, esta sección incluye varias estrategias prácticas que se explican con claridad y fácilmente aplicables en nuestras clases o integrarlas en cada una de nuestras propuestas didácticas, no solo a principio de curso.

El séptimo capítulo comienza con una acertada metáfora sobre un particular GPS que solo funciona cuando llegamos al final de un viaje. Centrándonos en la evaluación formativa, necesitaremos de recursos, instrumentos…etc que nos permitan conocer cómo es el viaje de nuestro alumnado hacia su aprendizaje. Para ello, tanto Mariana como Juan nos acercan varias propuestas claras y con ejemplos para que esto sea posible desde las evidencias obtenidas a través de estudios realizados. Este capítulo concluye con varios apartados centrados en cómo aportar feedback de calidad a nuestro alumnado, sobre motivación y metacognición y de qué forma afecta al proceso de evaluación. También se aportan ideas sobre cómo llevarlas a cabo de un modo eficaz. Finalmente, el capítulo cierra con los apartados de autoevaluación y coevaluación en donde los autores afirman la necesidad de partir de criterios y de un proceso de modelaje para “la comparación con unos criterios y la decisión de cuáles serán los pasos que se han de tomar, no en ponerse una nota a uno mismo”. (p. 125).

El octavo y último capítulo del libro, “Llegando al puerto. La evaluación sumativa”, aclara la naturaleza de este tipo de evaluación, haciendo alusión al currículo oculto o a la dimensión ética de la evaluación, basada en la subjetividad de la percepción docente. Se destaca que: “la evaluación criterial debe prevalecer a la hora de realizar la evaluación sumativa o final, tal y como indican las normativas” (p. 130). Ello ha de estar acompañado de una comunicación del aprendizaje acorde a la evaluación llevada a cabo, usando diferentes instrumentos con los que recoger y evidenciar los aprendizajes propuestos. Este último capítulo es muy enriquecedor tanto por el tratamiento tan esclarecedor sobre la evaluación sumativa como los instrumentos o alternativas que se comparten, por ejemplo, a los boletines de notas. La finalidad es mantener una coherencia en la evaluación desarrollada, ya que se han tomado como referencia unos objetivos de aprendizaje y unos criterios de evaluación determinados. Sobre ellos basaremos dicha información y el nivel de desempeño.

El libro no se queda aquí: concluye con un apéndice de diez propuestas para la reflexión personal o en equipo que pueden ser de gran ayuda para comenzar un trabajo previo de colaboración docente sobre la evaluación formativa. Más que un recurso, es un regalo final de los autores de un libro que todo docente debería tener en su biblioteca. Sin duda, un título de referencia sobre evaluación formativa por la rigurosidad en su tratamiento, la claridad en la exposición, las ideas y recursos ofrecidos junto a la estupenda bibliografía que nos invita a seguir aprendiendo, para seguir creciendo.

Referencias.

  • Fernández, Juan; Morales, Mariana (2022) «La evaluación formativa. Estrategias eficaces para regular el aprendizaje». SM.
  • Hattie, John (2017) «Aprendizaje visible para profesores. Maximizando el impacto en el aprendizaje». Paraninfo Universidad.
  • Jones, Kate (2019) «Retrieval practice. Resources and research for every classroom» John Catt Educational Ltd.

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