En cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje hay un elemento común que nos ayuda a comprobar y evaluar la comprensión de determinados conceptos: la realización de preguntas al alumnado. En este sentido, deberemos tener en cuenta qué perseguimos con las que realizamos o qué tipo haremos para lograr un objetivo determinado. Es a través de las preguntas cuando fomentamos la reflexión o tenemos la oportunidad de crear un diálogo continuo sobre la pregunta formulada (Chiles, 2023).
La mejor forma de hacer preguntas es plantearnos previamente su objetivo o propósito y sobre qué vamos a formularla. Sin duda alguna, hablamos de un momento estupendo para que nuestros estudiantes trabajen su memoria a largo plazo para hacerla «viajar» a la memoria de trabajo y así poder usar dicha información en el contexto requerido. Debemos tener en cuenta que el hecho de realizar numerosas preguntas es uno de los principios de instrucción de Rosenshine (2012) junto con otros como la práctica independiente, la evaluación constante o aprender en pequeños pasos (práctica espaciada).