Hay muchos docentes que llevan trabajando incansable y decididamente aportando su gran experiencia y generosidad por la mejora en la calidad de la educación, sumando investigación, propuestas o herramientas de aprendizaje con las que nuestro alumnado pueda aprender más allá de los contenidos. Son ellos quienes han ido conformando mi entorno personal de aprendizaje, inspirándome con su trabajo y enriqueciéndome con sus aportaciones. Fernando Trujillo es uno de esos docentes a quien, aunque sin conocerle personalmente, siempre he seguido muy de cerca tanto en sus publicaciones como intervenciones.
Y cómo no, su última publicación, “Activos de aprendizaje” (SM, 2018) no podía faltar en mi biblioteca y que ha supuesto disfrutar de la compilación del trabajo del autor. El prólogo de Juan Ignacio Pozo nos adelanta la importancia de ir más allá del entrenamiento que cíclicamente realiza nuestro alumnado, sino que debemos dar ese paso para prepararles para jugar el partido, que es realmente en donde nos ponemos a prueba y aplicamos todo lo aprendido (entrenado) previamente dentro de un contexto o situación significativa. Además, Juan Ignacio Pozo va más allá de la comunidad de estudiantes, retando a docentes y familias (la comunidad educativa en su conjunto) a que forme parte también de ese partido que es el “partido de la educación”, resaltando la contextualización del aprendizaje, el papel de las TIC y la gestión del conocimiento.
Tras el prólogo, es el turno de un reflexivo y contundente párrafo de la introducción sobre el statu quo en el que aparentemente se encuentra la Educación. A pesar del tiempo transcurrido entre varias generaciones de estudiantes, todo parece mantenerse igual: “las mismas sillas, las mismas pizarras, incluso el mismo profesorado” (p. 11). Es a partir de aquí cuando el autor nos hace ver que en otros sectores de la sociedad se han ido incorporando activos distintos para evolucionar, progresar o mejorar. Y ello no es imposible en Educación (entiéndase por negativo), sino utópico (esperanzador). En consecuencia, esta introducción le sirve al autor para presentar los cinco capítulos en los que se divide el libro. Cinco capítulos en los que Fernando Trujillo ha curado sus entradas para exponer y analizar en profundidad los distintos activos de aprendizaje de los que depende la Escuela para dejar de enseñar y comenzar a aprender.
El primero de ellos se centra en “La escuela como activo de aprendizaje: utopías de nueva escuela” en el que se reflexiona sobre el papel que ha desempeñar la Escuela en la sociedad actual, hacia dónde debería caminar o crecer; ya no es el único lugar en donde se aprende todo, sino que tanto docentes como alumnado han de cambiar su perspectiva y exigencia saliendo de su zona de confort para ir más allá del aula para ver la realidad de un modo distinto (p. 17). Deberíamos tenerlo en cuenta para que el espacio que separan la esfera educativa y la esfera social no sea cada vez mayor (Francesc Torralba). Este capítulo además aporta estupendas reflexiones sobre qué es realmente la innovación (“¿cambio por el cambio?”, p.32) o sobre el recorrido que han tenido la presencia tanto de las competencias básicas como claves y tomarlas como referencia para integrar los activos educativos en los centros, añadiendo otros contextos, otras realidad que sí pueden aportar otros aprendizajes, otras realidades.