Uno de los retos más habituales en la enseñanza es encontrar un equilibrio entre ofrecer un feedback de calidad y gestionar el tiempo para una revisión de manera eficiente. Muchas veces, el hecho de escribir comentarios individuales en los trabajos de nuestro alumnado con la intención de ayudarles a mejorar no siempre conlleva el impacto esperado.
En este sentido, he reflexionado o planteado cómo hacer que la retroalimentación sea más efectiva para mis estudiantes. Recientemente, leyendo el libro de Kate Jones (2024), Feedback. Strategies to support teacher workload and improve pupil progress, me encontré con una propuesta interesante: las crib sheets u hojas de retroalimentación colectiva que la autora recoge de una publicación de Greg Thorton en una entrada de su web.
En esta entrada, quiero compartir en qué consiste esta estrategia y cómo podría ayudarnos a repensar la forma en la que ofrecemos retroalimentación en nuestras aulas.