Existen diferentes procesos a lo largo de la evaluación que permiten tanto al alumnado como al profesorado tomar decisiones para mejorar su trabajo, producciones o tareas. Dichos aspectos estarán estrechamente relacionados con los criterios de evaluación que tomaremos como referencia y concretados en sus respectivos indicadores de logro. No obstante, puede darse la situación de que compartamos dichos criterios e indicadores de logro descontextualizados o sin relacionarlos o comentarlos sobre ejemplos ya realizados; esto contribuirá a que los estudiantes creen una imagen mental de la tarea o producto propuesto ya que «hace posible observar lo que se está haciendo tanto en la práctica como el desempeño real» (Fletcher-Wood, 2018).
De modo más concreto, considero que no debería bastar con compartir los criterios de evaluación y sus indicadores de logro con nuestro alumnado, ya que no se podrá visualizar objetivamente lo que pretendemos que consigan saber y saber hacer. Un paso más para este propósito sería el de compartir modelos o ejemplos con ellos ya que les ayudarán a concretar la calidad del producto que deben trabajar. Sobre esto, hay diversos estudios desde la psicología cognitiva que sustentan esta práctica con un gran impacto en la calidad de las tareas realizadas por el alumnado (Kalyuga y Sweller, 2004; Sweller, van Merriënboer y Paas, 1998; Wittwer y Renkl, 2010). Una variante de esta estrategia es la de compartir ejemplos o modelos incompletos para pedirle al alumnado que completen o realicen los pasos restantes de un determinado proceso y que puede resultar muy beneficioso para reducir la carga cognitiva externa además de transferir sus conocimientos previos a nuevos retos o problemas.
La lectura de «Responsive Teaching: Cognitive Science and Formative Assessment in Practice» de Harry Fletcher-Wood ha sido muy enriquecedora e inspiradora para mí ya que profundiza en diferentes elementos que pivotan alrededor de la evaluación formativa. Concretamente, el capítulo dedicado a «¿Cómo podemos mostrar a los estudiantes qué aspecto tiene el éxito?» se centra en cómo dar a conocer modelos o ejemplos de éxito con el alumnado, así como mostrar diferentes estrategias para usarlos en clase de un modo práctico y eficiente para los docentes. Vamos a verlas a continuación:
Son muchas las oportunidades que tenemos en clase para recoger algunos ejemplos de diferentes niveles de logro de una tarea o trabajo. En mi caso, he ido recogiendo varios de ellos y de diferentes materias (comentarios de texto, portfolios, ejercicios de expresión escrita o expresión oral) con el objetivo de compartirlos y analizarlos con mi alumnado para que vean y conozcan «en qué se parece el éxito». La lectura de este libro me ha ayudado a profundizar más en esta estrategia para hacerla más eficaz y eficiente tanto para mí como para mis estudiantes. Creo que la combinación de presentar modelos junto con los criterios de evaluación pueden ayudar mucho a nuestro alumnado a «visualizar» los objetivos de aprendizaje y concretar el proceso de evaluación.
Algunas herramientas para ello puede ser la cámara de nuestro teléfono (se suelen obtener imágenes o PDFs de muy buena calidad) y que luego podemos organizar o clasificar con herramientas como Google Drive, Wakelet o Genially para poder acceder a dichos ejemplos con facilidad cuando los necesitemos.