La enseñanza del inglés como lengua extranjera debe tener en cuenta el factor de que la tecnología es un elemento integrado en nuestra sociedad y que puede enriquecer las propuestas metodológicas y didácticas de los docentes. Esto puede condicionar el modo en el que presentemos nuestros proyectos, los desarrollemos y evaluemos. Además de esto, como docentes deberíamos fomentar el desarrollo del espíritu crítico de nuestro alumnado, analizar estrategias con las que poder atender a las necesidades de nuestros estudiantes e incorporar las herramientas digitales adecuadas para dar respuesta a nuestros objetivos. Por lo tanto, podríamos considerar el enfoque flipped learning como una alternativa con la que dar respuesta a lo mencionado anteriormente, además de centrarnos en el diseño de actividades que requieran una mayor exigencia cognitiva por parte de nuestros estudiantes.
Como profesor de inglés, llevo aplicando flipped learning en mis clases de hace varios cursos y lo que más destaco de ello es la posibilidad de disponer de más tiempo para que mi alumnado trabaje las destrezas lingüísticas y contenidos léxico-discursivos de la materia. Para ello, deberíamos tener en cuenta cuatro elementos para implantar el aprendizaje inverso y que fueron propuestos por Abeysekera & Dawson (2016), Brame (2013) y Mcnally et al., (2017):
- Trabajo del alumnado en relación con el contenido por medio de videos educativos, infografías, textos…
- Motivar a los estudiantes para que se preparen para el espacio grupal (cuestionarios online, debates en foros o actividades en línea).
- Contar con herramientas digitales que nos aporten datos del trabajo previo del alumnado en el espacio individual.
- Tras lo anterior, tomar decisiones y diseñar actividades que les reten en distintos niveles de complejidad en el espacio grupal. Creo que esto es muy importante.