Hay un gran número de docentes que desarrollan los contenidos partiendo única y exclusivamente del tiempo de aula. Es en ese entorno en donde se produce la transmisión (literalmente hablando) de la información, produciéndose un bucle de tareas, ejercicios… que no hacen sino repetir sistemáticamente las habilidades de orden inferior, es decir, el recordar y el comprender. Y ahí está el elemento clave de la instrucción directa, el que lo hace irreal y el que lo convierte en un modelo que se aleja del alumnado, ya que funciona con herramientas, recursos unidireccionales y los procesos tanto de enseñanza como de aprendizaje tienen solamente un enfoque hacia dentro del aula. Y debemos enfocarlos hacia afuera. Hacia el mundo.
El panorama social, el que nos rodea y mira de reojo, nos susurra que optemos por incorporar estrategias, modelos, metodologías… que desarrollen aprendizajes individuales que optimicen las habilidades de cada uno de los alumnos para que tengan igualdad de oportunidades para acceder al conocimiento y valoración de lo aprendido en el aula. Por lo tanto, la aparición de las herramientas digitales han venido para enriquecer y potenciar muchísimo la tarea docente que no debe quedarse en una mera secuencia de comprobaciones de contenidos repetitivos y enjaulados en un temario determinado.