¿Conocemos realmente el Flipped Learning?

Durante este curso he tenido de la gran oportunidad de hablar y aportar mis experiencias sobre el modelo flipped classroom. En líneas generales, tengo la sensación de que los compañeros que han asistido a las sesiones se han ido con un buen sabor de boca, incrédulos al principio de las bondades del modelo, pero admitiendo finalmente que la clase invertida abre un enorme abanico de posibilidades en la materia que sea y en los niveles que sea. Del mismo modo, he de decir que, de acuerdo con mi  gran compañero Juan Pablo del Moral, para poder iniciarnos en la aplicación del modelo debemos ser conscientes tanto de la existencia como creación de nuestro propio PLE (Personal Learning Environment) en el que nuestros aprendizajes no formales desplazarán a los formales o tradicionales de toda la vida, ya que nos aportarán visiones, experiencias, retos o entornos antes inconcebibles.

El motivo de esta entrada es que me he cruzado con un artículo llamado The Flipped Classroom: Pro and Con y en el que se aclaran algunos puntos en lo relacionado a lo que realmente es y no es la clase invertida. Quizá lo que más llame la atención cuando nos acercamos a este modelo sea el hecho de que los alumnos solo ven vídeos en casa: esto sería un craso error ya que como el artículo refleja, la clase invertida «no es sinónimo de ver vídeos en internet», ya que el elemento más importante durante el proceso de aprendizaje es la interacción alumno-profesor que, posteriormente y de un modo aprovechado al máximo, se desarrolla en clase.

Sin embargo, detrás de toda innovación suelen aparecer intereses paralelos que lo único que consiguen es distraernos de lo que realmente es. Sin duda, la  interpretación errónea del modelo lleva a asociarse la mercatotecnia digital en todo su esplendor y sus tentáculos se alargan para captar también al sector de la educación. Pienso que, como todo en la vida, está expuesto a ser «comercializado» y en la escuela llevamos tiempo sabiéndolo: muchísimos intereses de múltiples firmas nacionales han dejado huella en las estanterías de las bibliotecas de los centros, asegurando que lo último en «información» era de su cosecha. Por lo tanto, debemos ser competentes en ello y no relacionar el modelo flipped con un arsenal de artilugios tecnológicos que nos distraerían de lo principal: el logro de aprendizajes reales enseñando del mismo modo que aprendemos en el siglo XXI y la escuela no puede quedarse al margen de ello.

Tampoco debemos mirar hacia otro lado basarnos en casos aislados para no cambiar nuestra perspectiva hacia la educación: el acceso de los vídeos no debe ser 100% online: desde los ya desfasados DVDs, pasando por los pendrives o cualquier unidad de almacenamiento pueden ser nuestros aliados para que los estudiantes accedan al visionado de los vídeos.

La esencia del modelo flipped no es nueva: Dewey ya lo adelantaba a finales del siglo XX cuando afirmó que todo proceso de aprendizaje debe estar centrado en el alumno y no en el profesor. Pienso que la educación o el modo de entenderla sigue siendo la misma, pero hemos obviado lo más importante: tanto alumnos como sociedad van a velocidad de crucero y tendremos que plantearnos seriamente cómo llevarlo a cabo para conseguir de nuestros estudiantes tanto la motivación como la disposición a aprender, ofreciéndoles productos, herramientas…etc que pertenezcan a su mundo y al que nosotros debemos prepararlos debidamente.

TODAS LAS CATEGORÍAS

Más entradas