Ya se abren las puertas. El murmullo de los estudiantes es inconfundible en una mañana como la de hoy. Una mañana en la que comenzamos un nuevo curso, en la que nos hemos propuesto caminar juntos durante todo el año que nos espera. Vamos a comenzar otro capítulo de nuestra vida escolar; algo que siempre me hace reflexionar sobre lo hermoso de esta profesión: me mantiene con vitalidad y perpetúa la juventud del adolescente que una vez fui. Entonces, estaba lleno de propósitos que me llevarían a una meta y luego a otra, y a otra; como un Fausto ambicioso que tenía claro cuál era mi fin: dedicarme a la enseñanza.
Rescatando una conversación que tuve recientemente con una compañera, llegamos a la conclusión de que también hemos mantenido esos propósitos en nuestra vida profesional. Echando la vista hacia atrás, coincidimos en que no somos los mismos docentes de hace unos años y que la realidad de la sociedad en la que vivimos nos ha empujado no a cambiar, sino a transformar nuestra praxis docente para también situarnos en otros escenarios ante un público que nos demanda humanizar los contenidos, contextualizarlos y darles un sentido para la sociedad en la que van a convivir en el futuro. Pero el futuro es ya.
Y no. No soy el mismo docente de hace unos años. En el curso que comienza hoy vuelvo a impartir en todos los cursos de la ESO: Inglés en 1º, Lengua Castellana y su Literatura en 2º y 3º y, finalmente, Latín en 4º. En todos ellos voy a seguir apostando por las metodologías activas y por caminar junto a mis alumnos a lo largo de su proceso de aprendizaje. La planificación de las actividades, la elección de una metodología en la que darán forma a los contenidos, su disposición cooperativa tanto fuera como dentro del aula y la evaluación formativa con las competencias como referente van a ser los pilares en los que basaré tanto los trabajos por proyectos como aprovechar el tiempo máximo de aula, trasladando los contenidos esenciales mediante la clase inversa; un modelo que nos ha permitido acercar nuestros mundos, nuestros espacios y poder compartirlos de un modo más cercano y personal.
También seguiré apostando por una educación solidaria, desde la que conozcamos otros mundos, otras culturas que nos enriquecerán mucho. Seguiremos abriendo nuestra aula al mundo, nos conectaremos con otros y con nosotros para conocer otras experiencias en las que el aprendizaje y adquisición de nuevas destrezas nos permitan no poner límites a nuestro alrededor, sin olvidarnos que tenemos un maravilloso patrimonio cultural e histórico que debemos conocer para poder valorarlo y compartirlo con herramientas de creación de contenidos y de difusión que nos ayudarán a estar más cerca unos de otros. Caminaremos a nuestro propio ritmo adquiriendo nuevas habilidades para ser competentes de un modo verdadero. Para aprender haciendo. Para saber hacer.