Son varios los elementos que pueden enriquecer y optimizar el desarrollo y crecimiento de un centro educativo, teniendo en cuenta aspectos tan esenciales como los procesos de enseñanza-aprendizaje, organización, colaboración y comunicación. Para ello se hace necesario que los agentes que desarrollen dicha mejora adquieran una serie de habilidades o destrezas que les haga competentes en el uso de determinadas herramientas. Por lo tanto, estamos hablando de añadir a nuestra mochila docente una formación que vaya más allá de la mera información y que transcienda en transformación.
Y eso es precisamente lo que la Junta de Andalucía pretende con el desarrollo del ambicioso Programa #PRODIG en nuestra comunidad: acompañar y formar a los centros educativos en el camino hacia esa transformación, permitiéndoles convertirse en organizaciones educativas digitalmente competentes. Y es ese término el que considero clave: «organizaciones educativas» que adquiere un nuevo sentido, más adecuado a la realidad sociocultural en la que estamos inmersos. Organizaciones que se retroalimentan, nutren y crecen no solo desde un plano analógico, sino que además engloba a las redes digitales tanto personales como profesionales de aprendizaje, capaces de enriquecerse y de beneficiarse de otras buenas prácticas. Así pues, una organización expande su presencia física gracias a su presencia en la red, favoreciendo la comunicación y colaboración no solo entre los Equipos Docentes, sino que además con familias, alumnado y Administración Educativa.