Ha sido un final de curso frenéTICo y no he podido escribir mi reflexión de final de curso antes. El flujo de trabajo ha disminuido y ahora toca sentarse para valorar qué ha sido del curso que acabamos de finalizar. Ahora es momento merecido para todos disfrutar de la familia y amigos, desconectar para volver a conectarnos.
Este curso he vuelto a impartir las materias de Lengua Inglesa en 1ESO, Lengua Castellana y su Literatura en 2ESO y 3ESO y, finalmente, Lengua Inglesa y Latín en 4ESO. Un año más, hemos apostado por las metodologías activas como herramienta de aprendizaje en todas mis materias. Desde que comencé mi experiencia usando dichos enfoques, he podido comprobar que mis alumnos no solo adquieren contenidos, sino que se transforman en conocimientos y aprendizajes significativos, gracias a su papel activo en el aula y la posibilidad de poder exprimir la hora de clase al máximo, gracias al flipped learning. El diseño de tareas o actividades es mucho más objetivo para mis grupos, teniendo en cuenta que la tecnología nos aporta datos previos del estado de conocimiento sobre un tema determinado por parte de los estudiantes. Herramientas educativas que generan datos que deben ser interpretados por el profesor para tomar medidas tanto didácticas como de contenidos.
Un curso más, hemos realizado varios proyectos que han tenido la finalidad de acercar los contenidos a la realidad de los alumnos. El desarrollo de tareas y actividades significativas en el aula se han reforzado y adquirido mayor dinamismo gracias a las distintas estrategias de aprendizaje cooperativo. Y creo que es ahí donde reside uno de los pilares más importantes cuando se trabajan metodologías activas. Los agrupamientos, asignación de roles y dinámicas son los tres puntos de un triángulo en cuyo centro se encuentra el aprendizaje de los estudiantes. He podido observar que la interacción entre iguales, la aclaración de dudas o refuerzo de lo aprendido surge de un modo natural al aplicar la estrategia adecuada.