La aplicación del modelo flipped puede llevarse a cabo en cualquier contexto o nivel educativo: desde las etapas más tempranas hasta niveles universitarios. Se suele poner en duda la capacitación o competencia digital tanto de familias como de alumnos para no aplicarlo en las aulas. De hecho, también se debe a una analfabetización digital docente, que «temen» estar expuestos a herramientas que no controlan, pero que sí controlan nuestro día a día en cualquier entorno, tanto personal como profesional.
Siempre he creído que toda innovación debe comenzar desde el profesor: como decidido agente de cambio y que es capaz de desaprender para volver a aprender y estar dispuesto aportar su especialidad y experiencia para la creación de entornos activos, reales y dinámicos en el aula.
Y hoy en día, las (nuevas) tecnologías están también ya aquí; para ser nuestros compañeros de viaje con los estudiantes. La ubicuidad en la escuela es ya un hecho y no deberíamos esquivarla, sino enfrentarnos para subirnos a una cambio que se antoja, cuanto menos, inevitable.