Acaba de concluir el curso Flipped Classroom en su IV Convocatoria de ScolarTIC en el que he tenido la oportunidad de tutorizar y dinamizar. Han sido seis semanas en las que hemos ido conociendo las bases del modelo a través de los distintos módulos, conociendo y reflexionando sobre la taxonomía de Bloom, valorando el UDL ((Universal Design for Learning) o el modelo de Gagné como referencias inevitables a la hora de comenzar a justificar o entender el modelo flipped classroom.
Durante este curso he podido comprobar dos aspectos importantes que se han de tener en cuenta a la hora de decidirse por conocer, investigar e implantar la clase invertida en las aulas: por un lado, he percibido el enorme convencimiento por parte de los participantes de que debemos cambiar nuestros roles en el aula, mediante la adquisición de nuevas metodologías que promuevan aprendizajes activos con herramientas distintas que los potencien y estimulen. Además, son conscientes del esfuerzo, dedicación e inversión de tiempo que todo ello conlleva, pero todos coinciden en que es necesario, ya que la realidad de nuestras aulas no tiene mucho que ver con lo que la sociedad demandará a nuestros alumnos en su vida académica y posteriormente, profesional. Hablo del desarrollo de aprendizajes por competencias, la aplicación de esos conocimientos que han de partir desde la curiosidad que les llevará a la motivación por divertirse en clase.