Empoderar o no empoderar, he ahí el dilema.

Durante esta mañana he estado leyendo las interesantes aportaciones que muchos compañeros inscritos han aportado al foro del curso Flipped Classroom IV Convocatoria organizado por ScolarTic. Como tutor y dinamizador, he estado difundiendo las ideas más destacadas que se han ido creando, dándoles vida en la red y que pudieran servir también como reflexión y aprendizaje en el espacio virtual.

Con la etiqueta #Scolarflipped16 pueden seguirse la opiniones más relevantes y destacadas de docentes que han dedicado su tiempo y esfuerzo en esta época veraniega para formarse en flipped classroom y conocer un poco más de cerca cómo funciona y, lo que es más importante, cómo podemos empezar a ponerlo en práctica con nuestros alumnos. Mi intención como dinamizador es reflejar las impresiones que voy teniendo de mi lectura diaria en los foros, curando aquellas por su relevancia. Además, quisiera destacar la cantidad de docentes que ya tienen un camino andado y que comparten sus experiencias, herramientas, usos…etc con otros compañeros que están empezando y que, aún creyendo en el modelo, necesitan ayuda u orientación al principio. Como nos ha pasado a todos. La red es así de generosa.

Un tuit en particular ha provocado algunas reacciones en la que se me ha tildado de «prepotente», calificativo que no deja de sorprenderme. Los docentes que apuestan por modelos activos de enseñanza-aprendizaje, en los que se empodera al alumnado en su proceso de aprendizaje, los que crean y diseñan actividades, proyectos, ABPs para darle vida al currículo y ofrecerles un producto con el que emocionar a su alumnado y generarles la curiosidad necesaria para que su aprendizaje sea real y duradero. Los que apuestan por una escuela, una educación basada en competencias que puedan aplicar en la vida futura de su alumnado, aceptando que ya no somos magister magistrorum y debemos guiar, facilitar, moldear los contenidos para que la brecha entre docentes, alumnado y sociedad no sea cada vez mayor. Los que se forman para mejorar sus clases, sacrificando su tiempo personal y familiar en poder conocer apps y dispositivos digitales con los que poder trabajar con su alumnado de un modo más cercano, más eficaz, más inmediato, más personalizado…

Y he ahí el dilema: quedarme inquieto, insensible a lo que realmente necesitan nuestros alumnos o dar el primero de muchos pasos que me conduzcan a convertirme en un docente que acepta que, citando a Manuel Jesús Naranjo , si ya no aprendemos de la misma forma, no podemos enseñar de la misma forma, porque el conocimiento está en todas partes, redefiniendo nuestro papel como docentes, desaprendiendo. Cuando descubres una forma distinta de hacer las cosas, ves que tus alumnos están motivados, el aprendizaje es real y te demuestran variadas habilidades en todo el proceso, entonces es cuando piensas: «Así sí estoy educando».

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