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Tras leer «El Feedback en educación superior y profesional. Comprenderlo y hacerlo bien» de David Boud y Elizabeth Molloy, me han parecido interesantes algunos conceptos en lo que respecta al feedback por escrito. En esta entrada, me gustaría compartir dichas ideas sobre cómo podemos hacer que nuestro este tipo de feedback sea realmente efectivo en clase además de ofreceros algunas estrategias para poder implementarlas en clase.
El feedback por escrito es, en esencia, información sobre el desempeño de nuestros estudiantes en relación a unos objetivos que proporcionamos de forma escrita. Esto puede ocurrir a través de diferentes formatos: correos electrónicos, comentarios analógicos o digitales, anotaciones en trabajos e incluso a través de formularios enriquecidos con retroalimentación tanto sobre lo correcto como incorrecto. También podríamos incluir ejemplos o modelos de cómo se debería haber realizado una tarea en concreto o adelantar posibles errores (pre-emptive feedback).
Es innegable que el feedback por escrito juega un papel crucial en el proceso de evaluación. Sin embargo, a menudo se convierte en una comunicación unidireccional, donde los estudiantes no tienen la oportunidad de responder o dialogar con el docente al respecto. Esto contrasta fuertemente con la propia naturaleza y finalidad del feedback como un proceso dialógico y hacia la mejora. Hablaríamos entonces de información y no de retroalimentación.
Si bien el feedback por escrito es una herramienta importante en el proceso de evaluación, existen situaciones específicas en las que su uso puede no ser el más apropiado e incluso puede obstaculizar el proceso de aprendizaje hacia los objetivos propuestos. Es importante que, como docentes, conozcamos estas situaciones para así poder elegir estrategias de feedback más efectivas en este contexto.
Cuando los estudiantes se enfrentan al aprendizaje de tareas complejas, ya sea en simulaciones o en situaciones reales, y estas tareas exigen una alta carga cognitiva, el feedback por escrito puede quedarse corto. En estos casos, nuestro alumnado está lidiando con una gran cantidad de información y procesos mentales, y la inmediatez del feedback se vuelve esencial.
En contextos de inmediatez, donde las decisiones deben tomarse rápidamente, el feedback por escrito se vuelve aún menos práctico. La retroalimentación inmediata, ya sea de forma oral o mediante respuestas automatizadas, es crucial para fomentar o desalentar acciones específicas en el momento.
Las actividades simuladas, especialmente aquellas que involucran trabajo en equipo, a menudo requieren ajustes rápidos en el desarrollo de la acción. El feedback visual o auditivo, o incluso afirmaciones simples y directas, pueden ser mucho más efectivos que esperar a una retroalimentación escrita.
El desarrollo de habilidades psicomotoras se basa en la práctica y la corrección inmediata. En estas situaciones, el feedback oral y en el momento es fundamental para guiar al estudiante y ayudarlo a internalizar los movimientos correctos.
Os dejo algunas pautas u orientaciones sobre cómo dar feedback por escrito de manera efectiva en clase:
Una forma para poder conseguirlo es estructurar nuestro feedback de manera clara y concisa, centrándonos en las áreas clave que necesitan revisión o mejora. En lugar de hacer anotaciones de todo tipo y que apenas tendrán impacto en el aprendizaje de los estudiantes, una buena idea puede ser usar estrategias que enfoquen la atención en los aspectos más importantes para que el alumno se centre en ellos. Algunas propuestas para ello pueden ser (Morrison McGill, 2024):
Estas estructuras facilitan la comprensión y el valor del feedback para el estudiante, a la vez que nos permiten ser más específicos y eficaces al redactarlo, dirigiéndolo claramente hacia la mejora. Al centrarnos en áreas fundamentales y proponer acciones concretas, optimizamos nuestro tiempo sin disminuir la calidad de la retroalimentación.
Para ello, es esencial buscar tiempo por lo que debemos tener en cuenta en nuestra planificación la estrategia DIRT (Dedicated Improvement and Reflection Time) para maximizar el impacto del feedback escrito, transformándolo en una herramienta de aprendizaje activo. Nos permitirá aplicar estrategias específicas de feedback como las comentadas anteriormente, fomentando la reflexión y la autoevaluación. DIRT también puede ayudarnos a abordar dificultades concretas para cerrar el ciclo del feedback, convirtiéndolo en un proceso de desarrollo continuo. Su implementación efectiva, como comentaba antes, requiere planificarlo con antelación, para ofrecer apoyo al estudiante y realizar seguimiento del progreso.
En definitiva, el feedback por escrito puede ser una herramienta útil, pero debemos usarla correctamente. Integrando estrategias que lo hacen posible y planificar momentos para ello, podremos ayudar a nuestros estudiantes a alcanzar su máximo desempeño en las tareas que estén desarrollando.
Fuentes: