En el entorno educativo actual son muchas las habilidades y competencias que debemos trabajar en el alumnado para conseguir aprendizajes reales y plenos. Para ello el docente ha de poseer también unas destrezas que le permitan aplicar dinámicas y métodos que se centren en el alumnado como agente verdadero del proceso de aprendizaje. Es evidente que la escuela actual debe despertar del largo letargo que ha supuesto la instrucción directa en las aulas; advirtiendo que el aprendizaje no está centralizado en el docente sino que el alumnado ya puede aprender autónomamente, en cualquier lugar y en cualquier momento. La escuela debe abrazar el E-Learning como una realidad en su fin último e incluirla como una herramienta de aprendizaje alternativo, paralelo al currículo.
Se sigue apostando por unas tareas que solo se centran en las habilidades de orden inferior de Bloom y aun no se ha tratado el E-Learning como un elemento tangible y presencial en las aulas. La razón es que los profesionales de la educación se sienten inseguros a la hora de subir al siguiente peldaño y abordar con garantías las habilidades más avanzadas. Como he dicho anteriormente, debemos aceptar el E-Learning como un proceso de aprendizaje añadido en el que entran en escena una serie de elementos cognitivos de orden superior y que pueden ayudar a nuestros estudiantes (E-Learners) a conseguir sus logros de un modo autónomo y competente.